¿Quién fue el amor aristocrático de Coco Chanel?
Decía Gabrielle Chanel que «las mujeres necesitan belleza para que los hombres las amen y estupidez para ser ellas quienes les amen a ellos». Una frase que en apariencia se corresponde con el espíritu libre de la que ha sido una de las más grandes defensoras de la independencia de la mujer, pero que en el fondo se contradice con lo que guardaba su corazón. A lo largo de su vida, Coco amó, no a muchos hombres, pero sí con intensidad y pasión.
Coco Chanel / Gtres
Bajo esa apariencia de mujer fría, independiente, volcada en su trabajo y triunfadora, se escondía una personalidad que anhelaba ser amada, y que encontró en el jugador de polo Arthur Chapel (‘Boy’), al compañero perfecto a todos los niveles.
Pero nadie dijo que la felicidad pudiera ser eterna. Las grandes historias de amor suelen tener el denominador común de acabar en tragedia y la de Coco y Boy no resultó una excepción. La muerte accidental del playboy sumió a la diseñadora en una profunda tristeza. Fue por él por quien Chanel concibió su famoso LBD, un vestido destinado a su luto eterno y que se convirtió en su seña de identidad.
Coco Chanel / Gtres
Pese a todo ni siquiera el luto es para siempre. Poco a poco, la francesa fue recuperando las ganas de vivir y con ello, las de conocer a otros hombres. Cuentan por ahí que hasta el mismo Stravinski se convirtió en su amante. Eran los ‘Felices alños 20’ y comenzaba tímidamente la liberación de la mujer.
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Sin embargo, algo cambió en 1925. Monte Carlo fue el lugar en el que se vieron por primera vez y cuentan que lo suyo fue un auténtico flechazo, de los que hacen historia. Allí, en la capital europea del juego y la diversión, la diseñadora cruzó por primera vez la mirada con el que estaba destinado a convertirse en su amante, Hugh Grosvenor, segundo duque de Westminster.
Coco Chanel y Hugh Grosvenor
El Duque era uno de los hombres más ricos y poderosos de la época. En 1901 contrajo matrimonio con Constance Cornwallis-West, con quien tuvo tres hijos, pero la pareja se separó poco antes de conocer a la diseñadora. Cuando coincidió con Chanel en Monte Carlo ya se había casado con Violet Nelson, de quien se divorció dos años más tarde y en 1930 volvió a casarse por tercera vez, en esta ocasión con Loelia Ponsonby. Todavía le quedaban unos años junto a Coco, con quien estuvo una década.
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Hay varios rumores sobre el romance entre el aristócrata y la francesa. Dicen que Grosvenor le propuso matrimonio y ella se negó y que incluso llegó a decir: «Ha habido muchas duquesas de Westminster pero una sola Coco Chanel».
Reina de su corazón
No consiguió que fuera su esposa, pero sí la trató a cuerpo de reina. Tanto que hasta mandó construir una espléndida mansión para ella en la Costa Azul. Bajo el nombre de ‘La Pausa’ , la villa se erigía majestuosa sobre el municipio de Roquebrune-Cap-Martin. En un terreno de dos hectáreas y media con vistas al océano y sin piscina, porque Chanel odiaba nadar. Cuatro plantas, tres salones, un comedor, siete suites, dos cocinas y una terraza cubierta. Fue el arquitecto Robert Streitz bajo la supervisión de la propia Chanel quien diseñó la casa en un estilo inspirado en el orfanato del siglo XII en el que ella misma creció.
Coco Chanel / Gtres
Amor a la luz de las farolas
La generosidad del Duque con Gabrielle no se limitó a una villa en la Costa Francesa. Chanel recibió de su amante inglés obras de arte, joyas y otras extravangancias, además de una casa en Mayfair, donde la francesa abrió una boutique en 1927.
Cuenta la leyenda, que ante la negativa de la diseñadora a ser su esposa, el aristócrata quiso dejar muestra de su amor por ella y lo hizo a través de un símbolo. Al pasear por las calles del centro de la ciudad, algunas de las farolas negras están adornadas con dos símbolos en color dorado. A un lado, dos ces cruzadas (idénticas al logotipo de la diseñadora francesa Coco Chanel), y al otro una «W». Aunque no hay nada que lo demuestre, muchos aseguran que simboliza el amor de Westminster por Chanel.